Vísteme despacio

18:30 Barrio del Pilar, Madrid.

La M30 colapsada por ambos lados.

Llegar a Usera para recoger el brazo de monitor que compré esta mañana en Wallapop no será tarea fácil.

En medio del anticipado atasco, entre constantes parar y acelerar, parar y acelerar, una idea cruza mi cabeza: ¿Cuándo nos empezó a molestar tanto tener que esperar?

¿Os acordáis de cuando comprabas algo por internet y contabas con que tardaría en llegarte 15 días como mínimo? Hacer regalos no solo te pedía una buena idea, también te pedía hacerlo con tiempo y te daba esa sensación de: ¡Ya verás cuando lo veas, te va a encantar! Qué tiempos aquellos.

Las luces traseras rojas de los muchos coches que tengo por delante, hacen acordarme de mi madre cuando preparaba las postales navideñas. Las enviaba en el mes de noviembre para que llegaran un mes después, justo en el momento adecuado. Cómo tuvieras familia en diferentes puntos de España, el cálculo se complicaba. No se tardaba lo mismo a Toledo que a Pamplona. Qué tiempos aquellos.

¿Cuántas cosas nos ha quitado lo inmediato?¿Cuántas nos ha dado a cambio?

No soy yo quién para tirar ninguna piedra. Me gusta recibir lo que compro en 2 días, poder comer lo que quiera y recibirlo en casa en 20 minutos, apurar hasta el último segundo conociendo el tráfico en tiempo real, tardar unas milésimas en saber cómo era esa palabra que no me sale en inglés, cotillear con Alba y que los mensajes vuelen mientras no hago ni caso a la última serie que he encontrado en solo dos clics y, con el frío de casi diciembre, pedir una cita médica con la aplicación del móvil.

Sin embargo, son esos momentos, ese atasco madrileño que te pone nerviosa, te impacienta, los que me llenan de paz. Me quitan el poder de lo inmediato, la capacidad de tenerlo ya, de llegar ya. Me dan el espacio para respirar, para estar y solo estar, me dan la quietud que no encuentro en el mundo inmediato y cómodo en el que vivo.

Me he robado a mi misma, me he robado la posibilidad de parar, de aburrirme, de desaprovechar el tiempo. Ir paseando con mi perro por el parque, acordarme que tengo que mandar un mensaje y no hacerlo, es una de sensación revolucionaria. La Emmeline Pankhurst de mis tiempos, lanzando piedras contra los escaparates de la sobreexplotación del tiempo.

Hoy, la vida nos regala una nueva carambola. Hoy es 25N, día contra las violencias machistas y, también, Black Friday. Shein seguirá sacando prendas nuevas cada día, pero cuando tienes prisa te vistes despacio.

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